y en su fértil espuma y en sus ribas,
bañaba el corazón sus alegrías,
nadaban como peces nuestras almas.
Navegaron las manos enlazadas,
flotando iba la risa a la deriva,
la voz de la confianza era la ondina
que a las dos internaba en esas aguas.
Pero a veces se cruzan las corrientes
que manan de un subsuelo cenagoso,
y el agua de cristal se vuelve negra.
No pudimos nadar entre los lodos
y, arrastradas, quedamos a la suerte
de ver nuestra amistad yaciendo muerta.
(Mayte Llera, "Dalianegra")
Pintura: "Ofelia" (1852), John Everett Millais. Tate Britain, Londres