No tengo más voluntad de ser
que la aurora que atisba
en el interior de una pupila,
que el crepúsculo de un sol de invierno
que se resiste a ocultarse entre las brumas
y florece en crisantemo
cuando los sueños
languidecen en la almohada,
para lustrar, con su melaza,
la lubricidad onírica del deseo,
para pergeñar paraísos
donde nada se encuentre prohibido,
para no perder la consciencia
de lo vivido a plena luz,
para no olvidar,
pues los sueños
—esos otros concebidos bajo el párpado de la noche—,
son el éter estelar y primigenio,
el manjar suculento y exquisito
que colma el apetito de la carne,
el fluido primordial que sacia la sed de un cuerpo ajeno
y nos colma de afanes y posesiones,
abandonándonos en nosotros mismos.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: “Woman” (Mujer), Andrew Loomis